viernes, 18 de julio de 2008

LA CAPACITACION PARA EL TRABAJO EN EL AREA AGROPECUARIA AGRO-INDUSTRIAL

V.1.3. La capacitación para el trabajo en el área agropecuaria y agro-industrial.

Las fuertes transformaciones experimentadas por el agro chileno han afectado no sólo los parámetros tecnológicos de la agricultura, sino que también han dado origen a nuevos procesos socioeconómicos en el ámbito rural. Uno de ellos se refiere a cambios en los requerimientos a la calidad de la fuerza laboral.Dos son los procesos que mayor impacto tienen sobre la Población Económicamente Activa en el ámbito rural: la intensificación de la agricultura y la fuerte vinculación de la producción agropecuaria chilena al mercado internacional que impone una amplia diversificación en los rubros y altas exigencias de calidad de los productos.Estos procesos acarrean también la ampliación de las oportunidades de empleo en nuevas labores a que da origen la introducción de nuevos cultivos y tecnologías, pero con mayores exigencias de preparación técnica para los recursos humanos. Es interesante consignar que en este ámbito participan también recursos laborales urbanos. Un estudio de PREALC mostraba que en Chile la PEA urbana agrícola tiende a elevarse, mientras disminuye la PEA rural agrícola (Klein E. PREALC, 1992).Esta necesidad de mayor calificación se observa no sólo en las labores propiamente agrícolas, sino también en especialidades que atienden a los diversos servicios a la producción agropecuaria y agro-industrial.Los estudios sobre la demanda potencial de capacitación en la agricultura y la agroindustria son aún pocos y fragmentarios pero dan indicaciones sobre una fuerte brecha entre las necesidades y la cobertura y calidad con que aquella se está implementando.En un muestreo reciente en el territorio Melipilla –Talagante, ( donde ha habido incrementos de hasta 250% en las áreas de hortalizas, flores y frutales en los últimos 10 años) se encontró que las empresas, independientemente de su localización y tamaño, subcontratan servicios, además mayormente a empresas pequeñas. Los empresarios agrícolas consideraron en la muestra que es en ese campo donde se requieren muchos programas de capacitación porque en general las entidades que ofrecen estos servicios ( de Metalmecánica, eléctricos, mecánicos etc.) presentan problemas de gestión, de calidad y de seguridad en el trabajo (SENCE-SUR,1998).Por otra parte, entre los agricultores se encontró consenso en innovar e introducir nuevos cultivos y tecnologías, sin embargo, han tropezado con escasez de mano de obra capacitada para esas labores en la zona, debiendo muchas veces contratarla de otras regiones, con la consiguiente elevación de los costos.Sobre todo, los agricultores innovadores resienten la falta de capacitación en técnicas de post-cosecha.En un estudio sobre la producción hortofrutícola de exportación del Valle de Aconcagua se detectó un profundo déficit de mano de obra calificada para enfrentar las demandas de modernización e innovación tecnológica en la producción de uva de mesa de exportación, asimismo de la agroindustria. Igualmente existe un déficit en servicios de hotelería, restaurantes, turismo y construcción habitacional, sectores que en la zona tienden a expandirse como efecto de un mercado diversificado (Falabella G., Mercado M., 1996).Se constata que la agrofruticultura, a pesar de ser el 41% de la fuerza de trabajo en San Felipe y 25% en Los Andes y de mayor aporte al producto zonal, representa menos del 10% de su capacitación. En opinión de los productores, la ausencia casi total de educación para el trabajo ha sido un fenómeno recurrente. Eso ha incidido en el descuido de las plantaciones (parronales) y en falta de innovación tecnológica. Como consecuencia de ello, en baja rentabilidad de los predios.Diversos estudios sobre la vinculación entre el nivel de capacidades de la fuerza laboral adquiridas en el sistema educacional y la eficiencia de la capacitación indican la necesidad de acometer el desafío que implica la difusión del conocimiento tecnológico de una manera integral y en base a una estrategia de Estado. Ello se vuelve particularmente relevante tratándose de la agricultura y la agroindustria, por cuanto son estas las actividades que se han perfilado como centrales en el modelo de desarrollo actual del país; porque en estos sectores la capacidad del recurso humano para tomar determinaciones flexibles, acotadas a la situación actual o prevista de la producción es crucial ya que se trabaja con una combinación de sistemas de distinta índole: biológicos, climáticos, económicos, sociales y espaciales. Además, el sector agropecuario y rural constituye el más postergado en términos de atención educativa de calidad y en general de condiciones de vida adecuadas a los requerimientos de los recursos laborales.Entretanto, se ha establecido que el éxito de la capacitación está estrechamente relacionado con determinantes como la escolaridad de los trabajadores y el nivel de desarrollo y calidad de las habilidades básicas, fundamento para el desarrollo tecnológico endógeno. También que la efectividad, los costos y el impacto de la capacitación para el trabajo esta asociada con el nivel educativo de los trabajadores (Labarca, 1998). Por ello resulta interesante conocer los indicadores relativos a los niveles educacionales en el sector agropecuario.
V.1.3.1. Niveles educacionales en el sector agropecuario.
A nivel país, según el Censo Agropecuario de 1997, la educación básica incompleta en estesector alcanza un valor de 53% respecto al total informado de trabajadores.Para la educación media incompleta este valor es bastante menor 5,9%. Sin embargo, de los trabajadores que ingresaron a la educación media, solo un 56% terminó este grado. Con respecto a la formación técnica profesional, el 83% de los trabajadores que ingresaron a este nivel, terminaron su educación.Los trabajadores que no tienen educación, en este sector es de un 11,7%.Si sumamos los niveles educacionales incompletos de educación básica, educación media y educación técnica, con los grupos sin educación se llega a un valor de 71% de todos los trabajadores de este sector. Para la educación superior, las cifras son mejores, ya que sólo el 16,8% de los que ingresaron a este nivel no lo terminaron.En el rango de predios de hasta 20 Has. los trabajadores que no tienen educación alcanzan el 65%. En este mismo rango de explotaciones el 77% cuenta con educación básica incompleta, 69% y 64% con educación media y técnica incompleta respectivamente.En cuanto a los rangos etarios, información relevante para prever la eficacia de la capacitación, las cifras arrojan lo siguiente: a nivel nacional un 25% de los trabajadores del sector agropecuario es menor de 45 años. Entre 45 y 55 alcanzan un 23% y mayores de 55 años, un 52%.En el segmento de predios con superficie de hasta 20 Has., 78% de los trabajadores tiene hasta 45 años de edad. Los que cuentan con mas de 55 años alcanzan 71%.Si se toma los 55 años como edad máxima a la cual el trabajador tiene interés en capacitarse y está en condiciones de hacerlo, se puede deducir que el universo que compone el mercado potencial de capacitación en este sector es de 140 000 personas menores de esa edad.Ello está indicando también un amplio campo de investigación para conocer, entre otras cosas, quién en los predios donde se requiere difundir el conocimiento tecnológico toma las decisiones, con el fin de elaborar estrategias y programas acotados a las peculiaridades socioeconómicas del agro.
V.1.3.2. Algunos problemas de la capacitación en el sector agropecuario y agro-industrial.
La situación de la capacitación dirigida al sector agropecuario y agroindustrial se puede sintetizar en los siguientes puntos:(5)1- En relación al sector de pequeños y medianos productores no existe una estrategia nacional que les permita insertarse de manera efectiva en el desarrollo tecnológico. La capacitación impartida en la actualidad es desordenada y esporádica. No responde a un conocimiento basado en estudios sobre productos y tecnologías que desde el sector público oriente la actividad en este estrato de agricultores y la capacitación técnica y gerencial de las instituciones adecuadas hacia el mismo. En la actualidad, la oferta de capacitación de INDAP, por ejemplo, se basa en las demandas puntuales de los agricultores. Sin embargo, la intención productiva de éstos se fundamenta muchas veces en la intuición o sus tradiciones, en una información distorsionada o incompleta sobre la demanda del mercado. Por estas razones, se pierde una orientación esencial que debería tener la capacitación, cual es la creación de una cultura en que la innovación tecnológica y el progreso técnico se consideren factores decisivos para el éxito de las empresas. La experiencia práctica en este ámbito indica que al sector de pequeños y medianos productores no se puede exigir su inserción al mercado mientras no cuente, además de otros factores como crédito, de información actualizada sobre los cultivos y tecnologías que está demandando el mercado y de capacitación sobre esos temas. Ahora bien, este segmento de productores no está en condiciones de acceder a esa información, a menos que se creen instancias adecuadas en manos de especialistas en el nivel de la economía local (la búsqueda, manejo y puesta en práctica de la información también es una especialidad) que orienten, en coordinación con INDAP, FOSIS, SERCOTEC o/y otros a estos agricultores. Un ejemplo de ello puede ser la iniciativa que se está consolidando en estos momentos en Talagante orientada a formar un centro de negocios para pequeños y medianos productores en cuya organización están participando las entidades mencionadas, junto con la gobernación.2- Otra situación asociada a lo dicho anteriormente se refiere a que existe una brecha entre la oferta y la demanda en términos espaciales, es decir la oferta se concentra en determinadas zonas. Ello está vinculado a la presión que pueden ejercer las organizaciones sociales, ONGS o gremios de un determinado territorio en desmedro de otras zonas que no pueden ejercerla. En estos casos se hace evidente la ausencia de organizaciones sociales de los productores, empresarios, operarios o una fuerte desvinculación entre éstas y las instituciones de gobierno local (Municipios o Gobernaciones), ONGS y otras. Ello puede ser una causa también de que la oferta de capacitación se concentre en los segmentos administrativos. Así, en un informe de SENCE de 1995 se constataba que el 37 % de los trabajadores capacitados, lo habían hecho en administración contra el 1.4% en agricultura y el 2.4% en tecnología y procesos industriales (CEPAL/GTZ,1997).
La falta de una coordinación orientada al desarrollo local se traduce en particular, en el plano de la capacitación, en el desaprovechamiento y perversión de articulaciones progresistas entre productores y agroindustrias. Es elocuente sobre ello lo detectado en la zona hortofrutícola de Rancagua (Falabella G. Mercado M.,1996) y que se puede sintetizar como un círculo vicioso en que la falta de desarrollo de los agricultores no les permite asumir la capacitación como una inversión para mejorar su negocio y no la demandan. Ellos no están en condiciones de convertirse en sujetos del desarrollo tecnológico de sus predios. Las agroindustrias, entonces, toman en sus manos el control de las explotaciones en condiciones asimétricas desfavorables a los agricultores. Estos se descapitalizan gradualmente, hasta que se ven en la obligación de vender sus parcelas.Es evidente que en ello influyen otros factores, (falta de crédito, ausencia de legislación adecuada etc.), pero la situación inerme del productor, por desconocimiento de cuestiones técnicas, de gestión y manejo de transacciones lo convierte en un ente manejable por otros. En relación a la situación descrita es oportuno recordar que "Las políticas de formación no pueden suplantar las deficiencias crediticias, pero si pueden mejorar la rentabilidad del capital existente, aumentar el rendimiento de nuevas inversiones y finalmente crear un ambiente propicio a las innovaciones endógenas."(Labarca, 1998).3- La oferta de capacitación no considera la heterogeneidad en la preparación de los beneficiarios y no está organizada en forma escalonada y sistemática. Se debería dar mayor importancia a aquellos programas de capacitación que tienen varios niveles, que son escalonados atendiendo al incremento en su complejidad, a través de los cuales van pasando los mismos grupos.La práctica de la capacitación indica que el segmento de agricultores que nunca la ha recibido requiere comenzar con un aprendizaje para motivarlo hacia el desarrollo, que lo saque de la inercia. Posteriormente, cuando se imparten temas de mayor nivel, el beneficiario ya está abierto al aprendizaje, porque ha adquirido seguridad en su capacidad de aprender. La mayoría de veces se trata de personas en plena edad laboral, pero que han dejado de estudiar durante muchos años y no han terminado la enseñanza media. Las entidades de capacitación han encontrado en la práctica, que pasado un curso a agricultores, en principio reacios a la actividad, y después de internalizar conceptos de gestión que pueden aplicar de inmediato, se han entusiasmado por pasar a mayores niveles de entrenamiento. Se ha observado que tanto en empresas agrícolas como urbanas, la sistematización, durante el curso, de la experiencia diaria de los educados, ha convertido a ésta en conocimiento que aquellos pueden aprovechar como base para innovar. Contra el sostenimiento de este proceso conspira, sin embargo, la reglamentación de que sólo se pueden impartir 40 horas al año a un mismo grupo (FOSIS), con lo que se pierde la continuidad.Por otra parte, el sistema de capacitación está concebido de tal manera que provoca la exclusión de grandes sectores. Así, por ejemplo CENSE para ofrecer el servicio exige al microempresario tener iniciación de actividades desde 18 meses previos a la capacitación, lo que excluye a gran parte de los eventuales beneficiarios. Así sucede que los fondos muchas veces no se utilizan plenamente durante el año. 4- Existen fallas notorias en la gestión de la introducción de progreso técnico. Ello no sólo se relaciona con la posibilidad de acceder y tener información sobre la tecnología, sino también se refiere a una actitud, a una cultura tecnológica que no se ha desarrollado en el país, a formar en amplios sectores de productores para que se cumpla el requisito de masificar la introducción de tecnología. En la creación de esa cultura, además de la capacitación, pueden jugar un gran papel la formación de peritos y técnicos que tengan la posibilidad de insertarse en el campo laboral correspondiente adonde llevar los conocimientos nuevos. Ellos serían un factor importante para cambiar la sicología conservadora.5- Está haciendo falta una política o programa de Estado con el fin de que los peritos y técnicos medios se inserten en el campo para el cual han estudiado, por ejemplo, apoyándolos en la formación de microempresas de servicios o producción. Asimismo, hace falta una legislación orientada a que las empresas utilicen a personal calificado de nivel medio.

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